Lectura: Apocalipsis 3:14-22

El atleta olímpico Carl Lewis ganó 4 medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1984.  A pesar de su extraordinario desempeño, Lewis fue acusado por un sector de la prensa deportiva por limitarse en el salto largo, pues dejó de competir luego de realizar su primer salto; al hacer esto muchos lo juzgaron pues decían que podía haber seguido e imponer una nueva marca olímpica. Más tarde, Lewis confesó que había hecho esto, pues estaba seguro de que su primer salto le aseguraría el oro y prefirió reservar sus energías para otras competencias, pues indicó que para ese momento se encontraba muy cansado por todo el esfuerzo realizado en las otras pruebas.  Indicó que estaba ahí para ganar medallas de oro, y no para establecer nuevas marcas que seguramente pronto serían superadas por otros atletas.

Esta historia nos recuerda lo que la Palabra de Dios nos dice, con respecto a cómo debemos usar nuestro tiempo y nuestra energía en acciones que tienen un valor duradero (Colosenses 3:2). 

Las creyentes de la Laodicea no entendieron este principio (Apocalipsis 3:14-22) y sus valores estaban enfocados en el lugar equivocado, se alegraban de sus posesiones y su autosuficiencia.   Por esta razón, el Señor les acusó de “tibios” espiritualmente y que por lo tanto no estaban confiando en el Señor (vv.15-17), estos creyentes debían decidir entre seguir cosas temporales o seguir las cosas eternas que se encuentran solamente en Jesús.

  1. Este sigue siendo nuestro desafío; nuestro objetivo no es agradar a las personas que nos rodean, nuestro propósito es seguir la voluntad de Dios.
  2. Nuestro verdadero premio proviene de lo que invertimos para la eternidad.

HG/MD

“Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).