Lectura: Salmos 57:1-11

Antes de salir a la batalla, los soldados revisan y vuelven a revisar sus armas para asegurarse de que estén funcionando sin problemas.

El oficial de policía se pone su chaleco antibalas, casco y levanta su escudo balístico cuando se acerca a una casa donde efectuarán una redada antidrogas.

La única creyente en el equipo de baloncesto de mujeres sabe que va a ser objeto de malos tratos después de que ella se ha pronunciado por el Señor. Ella se prepara para la persecución debido a que ha decidido pasar tiempos con el Señor. ¿Por qué? Ella sabe que su seguridad está en Dios.

Esta joven creyente ha aprendido lo que David descubrió hace mucho tiempo. Él escribió el Salmo 57 mientras se escondía en una cueva del asesino rey Saúl.  David sabía que su seguridad no estaba en la cueva, ni en su astucia, sino en Dios. Por eso él escribió: Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro. (v. 1). Y añadió: “Mi corazón está confiado en ti, oh Dios;  mi corazón tiene confianza.  ¡Con razón puedo cantar tus alabanzas!” (v.7) “Te daré gracias, Señor, en medio de toda la gente; cantaré tus alabanzas entre las naciones.” (v.9).

Cuando nos enfrentamos a la oposición, a veces tratamos de manipular a la gente o arreglar las circunstancias para asegurarnos de que estamos a salvo.  Pero tenemos que saber que nuestra protección no está en nuestras defensas artificiales.  ¡Dios es nuestra verdadera fuente de la seguridad!

1. Confía en nuestro poderoso Señor, ¡Él te tiene en Sus manos!

2. Ninguna vida está más segura, que una protegida por Dios.

NPD/DCE