Lectura: Filipenses 3:1-11

El gozo es uno de los regalos más maravillosos de Dios.  El mismo Señor indicó en su momento que si las personas que lo seguían hubieran guardado silencio con respecto al gozo que provenía de conocerlo, las piedras mismas lo hubieran gritado (Lucas 19:40).

Tal como las multitudes gritaron alabanzas cuando vieron a Jesús, su presencia en nuestra vida debe producir alabanzas en nuestros labios. El gozo cristiano es el eco de la vida de Dios en nosotros. Si esto es verdad, entonces ¿por qué es que a veces parece que los cristianos son las personas con menos gozo en el mundo? ¿Cómo podemos abrir consecuentemente el cofre del gozo cristiano?

En Filipenses 3:1-11, Pablo nos dice varias verdades maravillosas acerca de lo que es mantener el gozo, sobre todo ante las situaciones difíciles. La primera verdad es:

Recordar quién y qué es la fuente de gozo. Pablo empezó el capítulo con un mandamiento alegre: “regocíjense en el Señor” (v.1).  La fuente de este gozo va más allá del mero gozo humano, y por tanto está fuera de nosotros; se halla en Jesús.  El gozo del creyente es el resultado de su relación con Cristo y su posición en Él.  Por eso, este gozo se mantendrá si recordamos deliberadamente el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor.

Cuando el apóstol Pablo nos dice que nos regocijemos, también nos está alentando a recordar que Dios tiene el control. Esta exhortación a regocijarnos proviene de un estilo de vida que se caracteriza por la paz y la calma.  

Segunda verdad: el gozo no es ausencia de problemas (v.7-8); es la presencia en nuestras vidas del Señor soberano. El gozo nos permite ver más allá de cualquier circunstancia en particular a Aquel que está por encima de todos los acontecimientos humanos y quien tiene el control sobre ellos.

  1. El gozo del creyente no es producto de las circunstancias y los acontecimientos. Es por ello que aun si experimentamos relaciones que fracasan, reveses económicos, pruebas y aflicciones, enfermedad y muerte, podemos entender que somos temporales en este mundo y estamos esperando con gozo un futuro perfecto a su lado.
  2. La felicidad tiene que ver con lo que nos pasa, pero el gozo es una decisión que tomamos por medio del Espíritu Santo.

HG/MD

“Anhelo conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10).