Lectura: Salmos 111

Nunca olvidaré la vez que me tomé una fotografía con Shaquille O’Neal, uno de los gigantes del básquetbol profesional. Nunca pensé que era bajo hasta que me puse junto a este monumento de 2.12 m de estatura. Con mi cabeza metida debajo de su brazo, de repente me di cuenta que no era tan alto como pensaba, ¡al menos no cuando estaba de pie junto al Shaq!

El salmista escribió: “El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR” (111:10). Temer a Dios requiere que pongamos las cosas en su correcta proporción, como el hecho que Él es muchísimo más grande que nosotros en todo. “Grandes son las obras del SEÑOR” (v.2). Son el magnífico trabajo de Su amor, fuerza, sabiduría, previsión, voluntad, y fidelidad. Temer a Dios significa aceptar Su verdad.

Pero es fácil perder el objetivo cuando no permanecemos junto a Dios. Cuanto más nos acerquemos a Él, tanto más nos daremos cuenta de cuánto nos falta y de cuán desesperadamente necesitamos Su sabiduría, que es muchísimo mayor, para dirigir nuestras vidas. Cuando quedamos a nuestra propia pequeña merced, nos quedamos totalmente desincronizados. Si somos honestos, tenemos que admitir que nuestra limitada perspectiva a menudo está equivocada y algunas veces puede incluso ser destructiva.

Las personas sabias se dan cuenta de cuán poco saben y cuánto necesitan de la gran sabiduría de Dios.

  1. ¿Eres sabio(a)?
  2. ¿Eres necio(a)?

NPD/JS