Lectura: Lucas 19:11-27

Corría el año 1788, tan sólo faltaban unos días antes de que Connecticut se convirtiera en Estado, la legislatura colonial se encontraba en sesión cuando una densa oscuridad oscureció la luz del sol.  Uno de los presentes dijo: “¡Es el día del juicio! ¡Vamos a casa a prepararnos!”.

No obstante uno de los miembros de la legislatura, un anciano con muchos años en los caminos del Señor, puesto en pie dijo lo siguiente: “Hermanos, puede que sea el día del final, no lo sé.  Pero cuando venga, quiero que me encuentre en mi puesto haciendo mis labores has mi último momento.  Señor Presidente, propongo que traigamos unas velas, y que sigamos con los asuntos de la colonia.”

En la lectura de hoy en Lucas 19:11-27, Jesús cuenta la parábola de un noble que se fue a un país lejano.  Antes de irse el hombre hizo venir a 10 de sus siervos, les dio a cada uno una moneda que valía aproximadamente el salario de 3 meses  y les dijo: “Negocien hasta que yo venga”.  Luego de regresar, los siervos tuvieron que dar cuentas de lo que habían hecho con su dinero.

En su ascensión (Lucas 24:49-53).  Jesús también se fue a un país lejano (Lucas 19:12) y podría regresar en cualquier momento.  Pero hasta entonces, nuestro deber como sus siervos es hacer el mejor uso de nuestros talentos y nuestras oportunidades para servirle.

  1. Recordemos que el Señor prometió regresar, seamos buenos siervos y trabajemos con ánimo, tal como si supiéramos que el Señor regresará en el siguiente minuto.

 

  1. Un creyente, se destaca por su trabajo honesto y bien hecho.

HG/MD

“Por esto mismo yo trabajo, esforzándome según su potencia que obra poderosamente en mí.” (Colosenses 1:29)