Lectura: Romanos 10:1-14

Thomas Hopkins Gallaudet (1787 – 1851), se graduó de Yale en 1814 y había planeado convertirse en predicador.  No obstante, su llamado al ministerio tomó un giro inesperado cuando conoció a Alicia en su vecindario, una niña de nueve años quien era sorda.  Gallaudet empezó a comunicarse con ella escribiendo palabras con un palo en la tierra.

Ayudar a Alicia lo motivó a hacer lo mismo con otros. Después de consultar con expertos en educación para sordos en Europa y en los Estados Unidos, perfeccionó un sistema ampliamente conocido hoy como el “lenguaje de señas” (el mensaje se transmite con las manos). Con el tiempo, fundó la Escuela Estadounidense para Sordos.

Esta escuela para hipoacúsicos incluía un currículo cristiano que comunicaba el evangelio y enseñaba la verdad bíblica. Gallaudet había respondido al llamado de predicar, pero para aplicarlo a un grupo sumamente especial de personas. Compartió el evangelio mediante el lenguaje de señas.

  1. Tal como lo hizo este hombre, nosotros también debemos compartir la Palabra de Dios de diversas maneras, para que otros puedan entenderla sin importar su condición, o su generación.
  2. Pregúntate ¿De qué forma quiere Dios que alcances a quienes te rodean?  Puedes pedirle que te muestre formas creativas para comunicar su mensaje de salvación.

HG/MD

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14).