Lectura: Proverbios 25:1-28

¿Qué sucede cuando nos guardamos algo que ha de ser compartido con otros, y que enriquecería sus vidas?  Cuando hacemos esto, bloqueamos la posibilidad de aumentarles la felicidad a otras personas, y nos robamos a nosotros mismos la alegría que trae la generosidad.

Luigi Tarisio, que amaba apasionadamente los violines, nunca aprendió esa lección.  El invertía su limitado ingreso en la compra de los mejores instrumentos que pudo encontrar. Era dueño de 246 exquisitos violines, que eran depositamos en cada rincón de su pequeña casa, de forma cuidadosa.  ¡Estos instrumentos nunca fueron tocados, por manos que realmente les extrajeran las mejores melodías de tan exquisitas obras de arte musical! Su obsesión impidió que esos instrumentos llevaran placer e inspiración a otros amantes de la música.
En lugar de seguir el ejemplo de Luigi, tenemos que estar motivados por las palabras que nos dice Proverbios 25:25: “Las buenas noticias que llegan de lejos son como el agua fresca para el que tiene sed” o lo que nos dice Proverbios 3:27: “No dejes de hacer el bien a todo el que lo merece,  cuando esté a tu alcance ayudarlos”.  Aún más, debemos estar motivados por el agradecimiento que debemos tenerle a nuestro Señor Jesucristo. Y esa obediencia hacia el Salvador nos trae alegría “Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo. (Juan 15: 10-11).

Como creyentes, tenemos un mensaje que hace que las melodías del cielo inunden nuestras almas.  Nuestro Señor nos dio el mandato de compartir ese mensaje con todo el mundo en todas partes (Marcos 16:15).

  1. ¿Estamos manteniendo las armonías celestiales de la gracia selladas dentro de nosotros mismos, o estamos en obediencia haciéndolas resonar a través de nuestros labios y nuestra vida?
  2. La alegría es un subproducto de la obediencia.

NPD/VCG