Lectura: Lucas 15:11-32

Un sociólogo estaba haciendo una investigación sobre las dificultades que enfrentan los niños al criarse en una familia grande.  Para ello se dio a la tarea de buscar familias numerosas.  En una de las entrevistas habló con una madre que había dado a luz a 13 pequeñines.  Luego de las preguntas de rigor contenidas en su estudio, le realizó la siguiente pregunta: “¿Cree usted que todos los hijos merecen el amor y la atención especial de una madre?”  Ella contestó: “Sin lugar a dudas, por supuesto”.

Inmediatamente el investigador le dirigió la siguiente pregunta, esperando hacerla caer en una contradicción: “Entonces, ¿a cuál de sus hijos quiere más?”  Sin pensarlo dos veces contestó: “Al que está enfermo hasta que sane, al que está lejos hasta que regrese a casa.”

La respuesta de esta madre, nos hace recordar la historia que encontramos en nuestra lectura devocional.  Aquel pastor de ovejas que dejó las 99, para ir en busca de la que se había perdido (Lucas 15:4), la mujer que perdió la moneda (Lucas 15:8), el padre que hizo fiesta luego de que su hijo muy amado regresó a casa (Lucas 15:22-24).

Los líderes religiosos de su época, odiaban la forma en la cual Jesús prestaba especial atención a las personas que ellos consideraban pecadores.  Él contaba este tipo de historia con el fin de que el público presente, reflexionara sobre el amor que Dios tenía para con quienes la mayoría consideraban completamente perdidos debido al pecado.

Sabemos que Dios tiene amor de sobra para todos, tanto para los que según nuestro criterio  consideramos que están bien, para quienes no están tan perdidos, o incluso para aquellos que consideramos no merecedores del cuidado especial de Dios (Lucas 15:31).

  1. Dios mío, perdónanos por sentirnos enojados cuando derramas tú amor sobre todos los pecadores. Ayúdanos a entender que nosotros también estuvimos en el mismo lugar de esos pecadores sin esperanza, y que es gracias a tu amor que ahora estamos vivos.
  2. El Señor nos amó tanto que dio su vida por ti, por mí, y por tu enemigo, no lo olvides.

HG/MD

“Y, cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gócense conmigo porque he hallado mi oveja que se había perdido” (Lucas 15:6).