Lectura: Santiago 1:21-25

Un hombre sabio que conocí hace ya algunos años me decía que la meta siempre al estudiar y enseñar la Biblia es hacer una aplicación personal.  Esto, aunque suena sumamente fácil de hacer para quienes estudiamos, discutimos, enseñamos y escribimos sobre la Biblia, es muy difícil, ya que a menudo nos inclinamos hacia lo meramente intelectual.

La razón es que estamos demasiado familiarizados con el aprendizaje ligado al conocimiento, pues la mayoría de sistemas educativos están centrados en aprender para un examen o para guardar en la memoria.  Siempre será un peligro confundir la exposición de la verdad, con la verdad en sí; al hacer esto caemos en el error de enseñar o aprender tan sólo para adquirir o brindar más conocimiento, en lugar de hacer que ese conocimiento sea una realidad que impacte nuestras vidas.

Santiago expresa este principio de la siguiente manera: “Pero sean hacedores de la palabra, y no solamente oidores engañándose a ustedes mismos” (Santiago 1:22).  Entonces, en realidad lo importante no es lo profundo de lo que se estudia o comparte, sino lo que se hace con ese conocimiento.

  1. Al estudiar la Biblia, nuestra primera pregunta debe ser: ¿cómo voy a poner en práctica lo que acabo de aprender?
  2. Pensar en aplicaciones personales para nuestros estudios es una habilidad que se desarrolla y mejora con el tiempo, debes iniciar hoy mismo, si aún no lo haces.

HG/MD

“Pero sean hacedores de la palabra, y no solamente oidores engañándose a ustedes mismos” (Santiago 1:22).