Lectura: Apocalipsis 21:9-27

Con su carita presionada contra el vidrio de la ventana, una niña mira con entusiasmo las hermosas muñecas dentro de la tienda de juguetes . Ella está fascinada por las casas en miniatura, con sus diminutos platos y muebles detallados.  Y piensa posiblemente, lo bueno que sería entrar y jugar con esos hermosos juguetes.

Un hombre se encuentra en la orilla del mar y el amanecer lentamente inunda el horizonte del este con su glorioso fulgor. Su esperanza está en Cristo, y él piensa en el cielo y todo su esplendor y dice para sí mismo:  ¡Cuán bueno sería poder entrar en ese mundo, qué alegría tan inimaginable!

CS Lewis una vez dijo:  «Mientras estamos  en esta tierra, nos encontramos del lado equivocado de la puerta.   Sin embargo, agregó: «Todas las páginas del Nuevo Testamento nos susurran el rumor de que no siempre será así.”

Jesús no nos dejará “en el lado equivocado de la puerta.”  Es por eso que esperamos nuestra recompensa celestial. La esperanza que nos da, no se debe a nuestra moralidad, o al servicio que brindemos a otros, ni porque nos hemos ganado el derecho de entrar en el cielo (Tito 3:5). No, vamos a ver a nuestro Salvador tan sólo por la fe en Su sacrificio supremo en la cruz del Calvario.

Cuando lleguemos al cielo, vamos a entender las implicaciones de largo alcance de 1 Corintios 2:9, «Sin embargo, como está escrito: Ningún ojo ha visto,  ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.»

  1. ¿Y tú de qué lado estás de la puerta?
  2. Dios abre las ventanas de los cielos a los que abren su corazón a Dios.

NPD/VCG