Lectura: Proverbios 23:1-5

Para nadie es un secreto que vivimos en un mundo materialista, lleno de objetos y lujos que nos seducen a todos, y cuando digo a todos es a todos. De una u otra forma, queremos tener posesiones que no necesariamente son imprescindibles, e incluso muchas veces gastamos para ello enormes cantidades de energía y dinero para obtenerlas. 

Es por ello que, como creyentes debemos empezar a priorizar en nuestras mentes las cosas que son realmente importantes, las que se han hecho evidentes para muchos durante este tiempo de cuarentena, debido al virus que afecta al mundo entero.

El Señor nos advirtió sobre esta tendencia humana hacia el materialismo y el egocentrismo muchos siglos antes, al decir las siguientes palabras: “Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo del Hombre les dará” (Juan 6:27).  Durante este tiempo en el que la gran mayoría de nosotros hemos pasado más en nuestros hogares, realizando nuestras tareas y oficios utilizando los medios digitales, ¿has tenido o no el tiempo para compartir con alguien sobre tu fe ofreciéndole de esa comida que satisface para siempre?

Y si alguien te ofreciera una “X” cantidad de dinero cada vez que traes a otra persona a Cristo.  ¿Eso cambiaría el panorama? ¿Estarías más motivado para compartir tu fe? Si fuera bastante dinero, ¿Estarías dispuesto a arriesgarte, o a quedar en ridículo con tal de ganar ese dinero? ¿Es tu amor por el dinero más fuerte que tu amor por Dios o las personas que necesitan oír del plan de salvación que les ofrece Jesús?

  1. ¿Cuál es la principal meta de tu vida? ¿Por qué trabajas? Hoy Jesús nos está haciendo la misma pregunta que le hizo a Pedro: “¿Me amas tú más que estos?”  (Juan 21:15).
  2. Amar a este mundo, es vivir como si no hubiera eternidad.

HG/MD

“Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo del Hombre les dará; porque en este, Dios el Padre ha puesto su sello” (Juan 6:27).