Lectura: Daniel 4:28-37

Después de haber sido advertido por Daniel acerca de su orgullo, el rey babilonio Nabucodonosor tuvo un ataque de locura. El Señor le restauró su sanidad mental, pero sólo después de haber pasado siete años en un campo creyendo que era un animal salvaje.

Nabucodonosor pasó de alardear, “¿No es esta la gran Babilonia que yo he edificado . . . para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30) a una humilde oración: “Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo” (v.37). Se había arrepentido de la construcción orgullosa de un imperio.

El maestro bíblico J. Vernon McGee expresó su preocupación por la construcción de un imperio en la iglesia hoy.  Aconsejó a los lideres cristianos, “No intenten construir un pequeño imperio en su iglesia”.  Los alentó a “construir en las vidas de las personas” y dejarle los resultados a Dios.

Cuando una iglesia dedica una cantidad indebida de energía a las estadísticas, los edificios, y los programas, se le puede dar entrada al orgullo y se pueden olvidar las necesidades del pueblo de Dios.

Jesús nunca olvidó la importancia de las personas. El invirtió Su tiempo en doce hombres (Marcos 3:14). Pablo discípulo a Timoteo quien a su vez discípulo a otros (2 Timoteo 2:2). El reino de Dios crece cuando invertimos en las personas.

1. ¿Tienes una persona a la que estás discipulando o sea que estás invirtiendo tu vida para que ambos sean mejores creyentes?

2. Sino lo has hecho que estás haciendo, dile a tus lideres locales que te ayuden a identificar una persona en la cual puedas invertir tu vida y lo más importante busca también a alguien que te discipule a ti.  ¿Qué esperas?

NPD/HDF