Lectura: 1 Juan 4:7-5:1

Me sentí muy feliz al enterarme que mi amigo de muchos años, había regresado al país para asistir a un seminario organizado por la misión con la que se había marchado al extranjero.

Quedamos en encontrarnos en un café en el centro de la ciudad, pasamos un muy buen momento recordando viejas historias y también a amigos en común que ya no estaban entre nosotros.  Las horas pasaron como agua entre los dedos, y luego tuvimos que despedirnos de nuevo, pero disfrutamos mucho el tiempo que compartimos.  Hay vínculos que a pesar de la distancia y el tiempo no se borran.

Los que hemos depositado nuestra confianza en Jesús, también creamos ese tipo de vínculo, ya que estamos conectados a Dios, y los unos con los otros.  Con respecto a este principio, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: “Así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero todos somos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5).  Amamos a Dios y debemos amar a quienes también han nacido a la vida eterna (1 Juan 5:1).

Al reunirnos con otros creyentes, sin importar el medio utilizado, sea virtual o presencial, tenemos la oportunidad de compartir sobre el Señor Jesús, a quien tanto amamos, así como del perdón y gracia que experimentamos cuando llegamos a ser sus hijos e hijas (1 Juan 4:9-10).  También es una excelente oportunidad para alentarnos mutuamente y seguir nuestro camino de fe.

  1. La próxima vez que te reúnas con otros creyentes, expresa tu amor por ellos y disfruta de su presencia, son vínculos vitales en tu vida y también son una bendición de Dios.
  2. Ora esta semana por al menos dos familias o personas que asistan a tu iglesia local.

HG/MD

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios, y todo aquel que ama al que engendró ama también al que es nacido de Él” (1 Juan 5:1).