Lecturas: Mateo 27:50; Marcos 15:37; Lucas 23:46.

Treinta y tres años y medio habían pasado aproximadamente, desde aquel día en el cual ángeles habían anunciado a humildes pastores en la aldea de Belén, que Emmanuel, Dios con nosotros, había arribado a este mundo en la figura de un bebé, un ser indefenso, frágil y dependiente; Dios había tomado forma humana y no había escogido nacer entre sábanas de lino fino, sino en un humilde pesebre, entre animales; en una Belén atiborrada de peregrinos poco felices debido al mando imperial de censarse en su lugar de nacimiento.

Ahora ese bebé se había convertido en un hombre que por tres años y medio había estado compartiendo el mensaje diciendo que Él era el esperado, el profetizado del Génesis 3:15, que era el Mesías quien ya estaba entre los humanos.  Compartió con quien quería oírlo; había escogido entre sus discípulos a 12 apóstoles, un equipo de ministerio que se convirtió en una familia a la cual capacitó de una forma especial; con ellos compartió profundas enseñanzas, viajes, alegrías y asimismo correcciones.

Ahora también ha demostrado que es el Siervo sufriente, había pasado por todo lo que las profecías en Salmos 22 e Isaías 53 habían predicho y ahora está al final de esta etapa de su vida, está satisfecho y sólo le queda decir: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, el trabajo está completo, ya ha finalizado la misión encomendada.

  1. El Señor tiene un plan para cada una de nuestras vidas, y lo vamos descifrando mientras caminamos con fe por el camino que Dios nos trazó.
  1. El desafío para nosotros siempre será ser obedientes y dependientes de Dios, a pesar de que en ocasiones no veamos que las cosas se están dando como nosotros creemos es la forma correcta.

MD/HG

Jesús: Encomendado a Dios.  “Entonces Jesús, gritando a gran voz, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!…” Lucas 23:46a.

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.