Lectura: 2 Timoteo 2:1-4, 24-25

Antes de enlistarse en el Ejército de la Unión para luchar durante la Guerra de Secesión de los EE.UU., Joshua Chamberlain era un profesor universitario callado y sencillo. En el crisol del combate militar, se distinguió por su heroísmo al mantener la línea en Little Round Top durante la Batalla de Gettysburg.   Más tarde se le confirió la Medalla de Honor del Congreso.

A fin de reconocer la contribución de Chamberlain a la victoria de la Unión, el General Ulises S. Grant lo designó para que recibiera la primera bandera de capitulación en el Tribunal de Appomattox. Las tropas derrotadas del Sur esperaban que las ridiculizaran y las humillaran. En vez de ello, Chamberlain les mostró amabilidad y respeto. Por esto, el oficial comandante Confederado escribió en sus memorias que Chamberlain era “uno de los soldados más caballerosos del Ejército Federal.”

Siendo un cristiano comprometido, Chamberlain reflejó la gracia de Cristo. Nosotros también necesitamos identificarnos con aquello en lo que creemos, pero también ser amables con aquéllos con quienes estamos en desacuerdo. Pablo exhortó a Timoteo, “Como buen soldado de Cristo Jesús, amable para con todos, apto para enseñar, sufrido, corrigiendo tiernamente a los que se oponen” (2 Ti. 2:3,24-25). Tanto en el conflicto como en la reconciliación, nuestra respuesta debe reflejar el corazón lleno de gracia de un soldado caballeroso de Cristo.

1. ¿Tenemos gracia para los que hemos atrapado en un error y se han arrepentido del mismo?

2. ¿Mostramos las características del soldado que describe Pablo: amabilidad, maestro, sufrido y tierno al corregir?

NPD/DF