Lectura: Mateo 21:12-17

Siempre será revitalizador ver la fe inocente de un niño; al mismo Jesús le animaba ver a tantos niños que se le acercaban (Mateo 19:13-15) mientras Él estaba en una lucha feroz contra las fuerzas demoniacas que trataban de impedir que cumpliera su misión.

En su entrada triunfal a Jerusalén, los muchachos le aclamaban diciéndole: “¡Hosanna al Hijo de David!” (Mateo 21:15). Cuando los líderes religiosos los escucharon, se enojaron y cuestionaban a Jesús diciéndole: “¿Oyes lo que dicen estos?” (v.16).

Por supuesto Jesús los había escuchado y se sentía animado, esas voces juveniles lo impulsaban en un momento crucial de su ministerio, sus alabanzas contrarrestaban los cuestionamientos de sus enemigos, y seguramente este fue uno de los momentos más ácidos para Satanás, pues Jesús estaba tan sólo a una semana de conquistar la muerte y el enemigo por lo tanto haría todo lo posible por impedirlo.

Por esta razón, cuando nos encontremos sobrecargados de problemas a causa de los ataques del enemigo, justo en estos momentos, conviene que empecemos a escuchar y cantar alabanzas al Señor y más aún cuando provienen de voces infantiles; al escuchar su sencilla confianza en el Señor, podemos estar seguros de que nuestra fe se renovará.

1. Podemos aprender mucho de la sencilla fe de un niño.

2. Aprende a confiar más en Jesús y menos en tus propios esfuerzos.

HG/MD

“…De la boca de los niños y de los que maman preparaste la alabanza” (Mateo 21:16).