Lectura: Juan 21:12-17

Todos los que han tenido que pasar por la adolescencia de sus hijos, posiblemente se identifiquen con la siguiente escena: “Arturo, es tiempo de hacer la tarea”, “Ma’ en 5 minutos empiezo”.  A los 10 minutos: “Arturo, ¿ya empezaste a hacer tu tarea?”. “Si, ya te escuché, empiezo en 10 minutos”.  Y posiblemente no empiece a hacer su tarea hasta que vayas a su habitación, apagues su teléfono móvil y empieces a ver que verdaderamente lo está haciendo.

El apóstol Pedro en cierta forma era así.  Recordemos su encuentro con el Señor, justo al lado de su amado mar de Galilea.  Mientras desayunaban, Jesús le preguntó a Pedro tres veces si lo amaba.  Y la respuesta del Señor en esas tres ocasiones fue muy similar; si Pedro lo amaba, cuidaría de sus ovejas (Juan 21:15-17).

En otra ocasión, Dios le repitió tres veces otro importante mensaje a Pedro (Hechos 10:13-16); este implicaba un cambio en sus costumbres y alimentación, mediante el cual, animales que antes eran considerados prohibidos para el consumo, ahora eran permitidos.  En esta coyuntura se aprecian cambios significativos en el plan de Dios.

Por lo que vimos en estos dos ejemplos, para Pedro los cambios eran difíciles de aceptar.  La paciencia demostrada por Dios para con Pedro, debe servirnos para ser más pacientes con las personas a nuestro lado, y aún más con las personas para las cuales los cambios suelen ser más difíciles de aceptar.

  1. Si tienes un hijo que está pasando por esos momentos difíciles de la adolescencia, pídele a Dios paciencia, sabiduría y perseverancia, pues la instrucción no siempre es sencilla, y en ocasiones tomará repetirla más de una vez para así lograr el objetivo.
  2. Sé paciente con los demás, ten presente que Dios ha sido paciente contigo.

HG/MD

“Sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia” (Santiago 1:3).