Lectura: Lucas 9:1-6

Aunque al inicio no estaba muy contenta debido a que quería llevar otro curso, Susana se conformó con tomar una clase de RCP (reanimación cardiopulmonar), y muy probablemente nunca pensó que iba a usar tan pronto las lecciones aprendidas, y menos aún con un ser amado.

Su padre estaba realizando unos trabajos de reparación en la casa, cuando de repente una de las paredes de ladrillo en las que trabajaba cedió y cayó con todo su peso sobre él. Cuando Susana vio lo que le había ocurrido a su padre, corrió y tan rápido como pudo lo libró del peso tan grande que lo asfixiaba, el accidente le había producido algunas fracturas en varias partes del cuerpo y le costaba respirar.  Ella se tranquilizó y empezó a poner en práctica lo que había aprendido aplicando las maniobras de reanimación hasta que llegó la ambulancia.

Por supuesto, fue muchísimo más grande el rescate de una muerte segura que realizó Jesús al liberarnos de las ligaduras del pecado mediante su muerte y resurrección. Cuando envió a sus doce discípulos a llevar a cabo su obra, les asignó predicar la buena noticia del deseo de Dios de salvar a los seres humanos (Lucas 9:1-6). No lo harían aplicando su propia fuerza, sino que Cristo levantaría la pesada carga del pecado de las personas, mientras ellos enseñaban acerca de la vida y obra del Señor.

La predicación y la enseñanza de sus discípulos acerca del poder y la autoridad de Jesús demostraron que indudablemente Él había traído la salvación a la Tierra, y proporcionó libertad para servirle a Él y a los demás.

  1. Hoy muchos están atrapados bajo el peso del pecado, pero nuestro gran Dios puede rescatarlos de debajo de esa carga que los asfixia espiritualmente.
  2. Tienes el privilegio de decirles a otros que Jesús puede liberarlos como te ha liberado a ti para darte vida eterna.

HG/MD

“En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza por medio de la fe en él” (Efesios 3:12).