Lectura: 1 Tesalonicenses 5:1-11.

Muy pocos recuerdan que el 26 de febrero de 1993, estalló una bomba en uno de los estacionamientos de World Trade Center de Nueva York, como resultado murieron 6 personas y hubo al menos 1000 heridos.  La  investigación policiaca en aquel momento provocó muchos arrestos, pero pocas autoridades lo asociaron con un acto terrorista de alto nivel.

El incidente se fue esfumando de la mente de los neoyorkinos, hasta el que el 11 de septiembre de 2001 ambas Torres fueron destruidas como resultado de los atentados que ya todos conocemos.

El comisionado de policía Raymond Kelly, reflexionó poco tiempo después sobre estos terribles actos, específicamente sobre el evento del 1993, de la siguiente forma: “Eso debió haber sido un llamado de alerta para los Estados Unidos”.

En libro de Apocalipsis el Señor hizo un llamado de atención a la iglesia de Sardis, ellos tenían la reputación de estar vivos aunque sus hechos mostraban algo diferente. “Sé vigilante y refuerza las cosas que quedan y están a punto de morir, porque no he hallado que tus obras hayan sido acabadas delante de Dios.  Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído. Guárdalo y arrepiéntete. Si no eres vigilante, vendré como ladrón; nunca sabrás a qué hora vendré a ti” (Apoc.3:2-3).

De forma similar a este llamado hacia los creyentes, tenemos otros que nos instan a esperar anhelantes el regreso de nuestro Señor.  Dios nos hace un llamado a no ser descuidados, recordemos lo dicho por el apóstol Pablo: “Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas como para que aquel día los sorprenda como un ladrón.  Todos ustedes son hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de las tinieblas.” (1 Tesalonicenses 5:4-5).

  1. Este día te hacemos también un llamado para que te hagas un autoexamen: ¿Cómo está tu vida, es agradable ante el Señor?
  2. Si quieres impedir que tu corazón se enfríe, entonces mantén viva la llama de Dios en ti; para ello habla diariamente con Él, estudia Su Palabra y comparte con otros lo que has aprendido de tu Señor.

 

HG/MD

«Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios» (1 Tesalonicenses 5:6).