Lectura: 1 Pedro 2:19-23

Es natural querer defendernos ante una situación injusta.  No obstante, aunque resulte poco natural permanecer tranquilos, devolver con bien cuando nos maltratan o responder pacíficamente cuando alguien nos ofende, cuando hacemos esto estamos demostrando que tenemos un entendimiento claro de nuestro llamado como creyentes.

Dios desea desarrollar en cada uno de sus hijos e hijas, cualidades que al mundo le parecen poco naturales.  Cualquiera puede ser paciente cuando las cosas salen tal y como quiere, pero es una mayor virtud controlarse cuando la provocación toca a nuestra puerta (1 Pedro 2:20).

Fénelon, un teólogo del siglo 17, expresó esta verdad de la siguiente forma: “No te molestes tanto cuando te defrauden las mujeres y los hombres malvados.  Déjalos que hagan lo que quieran; procura hacer la voluntad de Dios.  Tus recompensas por cada cosa mala que hagan contra ti serán una paz silenciosa y una dulce comunión con Dios.  Fija la mirada en Él.”  El Señor permite que lleguen a nuestras vidas situaciones incómodas, y el propósito según las palabras de Fénelon: “lo hace para beneficiarte”

¿Para beneficiarnos? Si, aunque suene algo sin sentido.  Cuando respondemos ante la injusticia, como creyentes nuestra ansiedad, inseguridad y pesimismo se convierten en tranquilidad, estabilidad y esperanza.

Entonces, ¿Por qué atacamos, cuando nos maltratan? ¿Por qué somos tan prestos a buscar venganza? ¿Por qué nos cuesta tanto responder con un bien a nuestros enemigos?  Es quizás porque no entendemos que el nuestro es un llamado aún más alto: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios los exhorta por medio nuestro, les rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconcíliense con Dios!” (2 Corintios 5:20).

  1. No hablamos de no hacer nada contra la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, toda violencia debe ser denunciada; de lo que se trata es de no guardar en nuestros corazones odios y rencores (Mateo 18:21-22), y de perdonar y amar de la misma forma que nosotros lo fuimos pese a que no lo merecíamos.
  2. La mejor forma de responder al mal es haciendo el bien, la mejor forma de pelear contra la injusticia es a través de la reconciliación.

HG/MD

“Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” (Mateo 18:21-22)