Lectura: Juan 14:1-6

Por si aún no lo sabías, la vida es peligrosa.  En ocasiones, disfrutas de grandes éxitos, pero de pronto caes en las más profundas desilusiones, y ni que decir de la inquietante realidad del fracaso que hace que te preguntes si vale la pena continuar luchando por alcanzar tus sueños y metas como creyente, como familia o como persona.

Una vez en un funeral el ministro contó la historia de un trapecista.  El artista reconoció que, aunque a él lo consideran la estrella del espectáculo, el verdadero astro es el “recogedor”, el compañero de equipo que cuelga de otra barra del trapecio para atraparlo y asegurarse de sostenerlo de manera que no caiga. Explicó que la clave es la confianza. Con los brazos extendidos, el volador debe confiar en que el recogedor está preparado y puede sujetarlo.

Llegar al final de la vida es algo así como confiar en Dios tal como el trapecista confía en el recogedor. Después de haber volado por la vida, podemos aguardar con ansias a que el Señor extienda sus brazos para recoger a sus seguidores y acercarnos a Él para siempre. Cuán reconfortante es esa idea.

Esto me recuerda a las consoladoras palabras de Jesús a sus discípulos: “No se turbe el corazón de ustedes. Creen en Dios; crean también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes. Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén” (Juan 14:1-3).

  1. La vida es indudablemente un asunto peligroso, pero ¡arriba ese ánimo! Si has puesto tu fe en Jesucristo, Dios te está esperando al otro lado para llevarte a salvo a casa.
  2. Vale la pena poner tu confianza y fe en Dios.

HG/MD

“Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén” (Juan 14:3).