Lectura: 2 Timoteo 2:1-6
Resulta muy simpático describir el origen de algunos proverbios; por ejemplo: “Estirar las plantitas para que crezcan más rápido”, alude a un hombre impaciente de la Dinastía Song, quien estaba ansioso por ver que sus plantas de arroz crecieran más rápido. Este hombre pensó: Voy a estirar cada planta algunos centímetros hacia arriba.
Después de un día de trabajo tedioso, recorrió el arrozal para ver qué había pasado. Estaba contento porque parecía que “estaban más altas”, pero la alegría le duró poco. Al día siguiente, las plantas habían empezado a marchitarse porque sus raíces ya no tenían suficiente profundidad.
De una manera similar, el apóstol Pablo hace uso de una comparación con la que posiblemente la mayoría de las personas en esos tiempos estaba bien identificada; en 2 Timoteo 2:6, él compara la obra de un ministro del evangelio con la de un agricultor.
Le escribió a su discípulo Timoteo que, como en la agricultura, hacer discípulos puede ser una labor difícil e incesante. Aras, siembras, esperas, oras. Deseas ver pronto los frutos de tu trabajo, pero el crecimiento lleva tiempo. Y, como lo ilustra acertadamente el proverbio que inicialmente leímos, cualquier esfuerzo para acelerar el proceso será inútil.
- Mientras trabajamos fielmente, esperamos con paciencia en el Señor, quien hace que las cosas crezcan (1 Corintios 3:7).
- Permite que el Señor crezca en tu vida mientras tú menguas (Juan 3:30).
HG/MD
“Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, quien da el crecimiento” (1 Corintios 3:7).
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