Lectura:1 Tesalonicences 2:8-20

Charles H. Spurgeon, el renombrado predicador inglés del siglo XIX contó la siguiente historia del rey Ciro, el hombre que conquistó Babilonia y liberó a los judíos de la cautividad.  Un visitante que admiraba los jardines de Ciro dijo que le proporcionaban un gran placer.  “Ah – dijo Ciro – pero no tanto como a mí, pues yo mismo he sembrado cada uno de los árboles que hay aquí.”

Spurgeon luego comentó: “Una razón por la que algunos santos experimentarán una mayor plenitud del cielo que otros es porque hicieron más por el cielo que nosotros.   Por la gracia de Dios, fueron capacitados para llevar más almas allí.”

Los que conocemos al Señor debemos reflexionar seriamente en esas palabras.  ¿Cuántas personas habrá en el cielo porque fuimos obedientes al llamado de Dios de compartir con otros las buenas nuevas?  Un buen deseo sería que cuando lleguemos a nuestro hogar celestial, podamos encontrarnos con muchos a los cuales les compartimos el evangelio.  El apóstol Pablo esperaba el gozo de ver en el cielo personas que estaban ahí gracias a qué él fue obediente a su llamado (1 Tesalonicenses 2:19-20)

Si los goces del cielo serán más plenos para aquellos que han sido consecuentes con su nueva posición en Cristo, compartiendo con otros las buenas nuevas del evangelio.  Entonces haz todo lo que puedas por ser un buen testimonio de lo que puede hacer una persona con un carácter como el de Cristo y que estaba dispuesto a dar más allá de sus propias fuerzas con tal de que las personas conozcan los tesoros en el cielo.

  1. Una de las cosas más maravillosas en el cielo, será el ver allí a los que hemos ayudado a encontrar a Cristo.

 

  1. Debemos dar lo mejor de nosotros a la obra de Dios, pues Cristo, nos dejó ejemplo, El entregó TODO.

NPD/RWD