Lectura: Deuteronomio 31:1-8

Mientras visitaba un parque de diversiones con unos amigos, puede ver a muchas familias disfrutando con sus seres queridos, pero en especial, una pequeña y su papá captaron mi atención. Se encontraban haciendo fila para subir a una de las atracciones, y alcancé a escuchar lo que ella le decía al oído: “Papi, por favor sube conmigo, tómame de la mano cuando estemos arriba porque esa parte me da mucho miedo”.

Muchas veces nosotros también nos atemorizamos, ya sea por problemas de salud, debido a un resentimiento con nuestros seres queridos, o porque tenemos problemas en el trabajo o estudio.  Al pasar por este tipo de situaciones, anhelamos que una mano fuerte tome la nuestra y la sostenga firme y segura.

Josué también pasó por este momento al asumir el liderazgo de su pueblo, y cuando tuvo miedo, Moisés le recordó que Dios le ayudaría al igual que lo había hecho con él.  “El Señor es quien va delante de ti. Él estará contigo; no te dejará ni te desamparará. ¡No temas ni te atemorices!” (Deuteronomio 31:8).  Dios cumplió su promesa y no se apartó de él.

El profeta Isaías también nos anima con las siguientes palabras dichas por Dios: “Porque yo, el Señor, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: No temas; yo te ayudo” (Isaías 41:13).  Cuando la vida se complica, el Señor nos promete que estará con nosotros.

  1. No importa cuán alta sea la montaña, cuán peligroso sea el valle o cuán oscuro sea el bosque de la vida por el cual pasamos, podemos estar seguros de que Dios tomará nuestra mano en esos momentos en los que tenemos miedo.
  2. Dios cuidará de nosotros. ¡No hay de que temer!

HG/MD

“El Señor es quien va delante de ti. Él estará contigo; no te dejará ni te desamparará. ¡No temas ni te atemorices!” (Deuteronomio 31:8).