Lectura: Juan 17:6-26

Existe un antiguo himno que dice lo siguiente: “El mundo no es mi hogar, soy peregrino aquí”.   Tal como lo explica el apóstol Pablo en 2 Timoteo 4:18: “El Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”  A la luz de este y otros pasajes Dios nos ha prometido un nuevo hogar en el futuro, lo cual significa que por supuesto, estamos de paso por este mundo.

En su libro Cuando Dios Susurra tu Nombre (When God Whispers your Name), el autor Max Lucado dice: “El mayor desastre que podría sucedernos…es sentirnos como en casa acá en la tierra”.  Luego de ello cuenta la historia de un pez que  se encontraba tirado en la playa con las agallas resoplando, explica que debido al hecho de que no fue diseñado para vivir fuera del agua, no iba a ser feliz hasta que lo pusiesen de nuevo en su elemento: el agua.  De igual forma, nosotros en verdad no estamos hechos para este mundo imperfecto, nunca seremos felices hasta que estemos en nuestro verdadero elemento: el cielo.

No obstante, aunque este no sea nuestro destino final, hemos de hacer lo mejor para pasar por él.  El Espíritu Santo que vive en nosotros (1 Corintios 3:16), nos impulsa a conocerle y trabajar para Él.  “Habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,  y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza” (Efesios 1:18-19).

Es esta misma línea nuestro Señor oró diciendo: “Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18).  Entonces hemos de servir a los demás, así como lo hizo Él.

  1. Conocer a Dios y servirle es nuestra verdadera preparación para nuestro futuro hogar.

 

  1. Mientras más centrado estés en su obra, menos desearás este mundo.

HG/MD

“Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18).