Lectura: Salmo 119:129-136

Durante los siglos 15 y 16 de nuestra era, se dio lo que se conoce como la gran exploración marítima, las grandes embarcaciones impulsadas por el viento atravesaban océanos inmensos y peligrosos, y navegaban frente a costas amenazadoras.

Los encargados de la navegación usaban diversas técnicas para surcar los mares con seguridad; entre ellas, un libro llamado: “El Rutero”, una especie de bitácora, un diario de sucesos registrados por un viajero anterior, en el cual relataba los problemas en aguas previamente desconocidas y difíciles. Leyendo los detalles en un “rutero anterior”, los capitanes podían evitar peligros y atravesar corrientes complicadas.

Se puede comparar la vida cristiana con un viaje donde el creyente necesita ayuda para navegar por los mares peligrosos de la vida.  Tenemos a nuestra disposición un gran “ruletero espiritual”, al Espíritu Santo (Juan 16:7-8), y a su Palabra viva que nos guía.  Al escudriñar su Palabra, el Espíritu Santo la usa para hacernos reflexionar sobre las experiencias que estamos atravesando, y nos recuerda cómo nos rescató cuando estábamos sin esperanza en medio de la tormenta del pecado; por ello es tan reconfortante cuando leemos las palabras del salmista: “Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí” (Salmos 119:133).

  1. Al estudiar las enseñanzas bíblicas éstas nos recordarán el cuidado de Dios en el pasado, y reafirmaremos nuestra confianza en Él para el presente.
  2. Vivimos en un mundo muy peligroso, gracias a nuestro Dios que nos ha dejado un gran “rutero espiritual” (Romanos 8:26). 

HG/MD

“Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí” (Salmos 119:133).