Lectura: Filipenses 2:19-30

Una investigación reciente de un diario estadounidense, indica que muchas personas, desde abogados, religiosos, empresarios, oficinistas, etc., reclaman para sí reconocimientos que nunca merecieron.  Las afirmaciones falsas de valentía, o reclamar para sí la honra que cosechan otras personas, son más generalizadas de lo imaginable.   Por ejemplo, un hombre que reclamó falsamente una condecoración del Ejército, posteriormente sintió vergüenza y reconoció que los verdaderos héroes rara vez hablan de lo que han hecho.

El heroísmo es la acción de realizar el acto valiente y generoso de arriesgar la vida en beneficio de los demás.  En nuestra lectura devocional en el libro a los Filipenses, Pablo elogió a dos de sus amigos y compañeros como verdaderos héroes de la fe.   El carácter probado de su amigo Timoteo, fue reconocido como el de un verdadero hijo que había servido con él en el evangelio (Filipenses 2:22). Asimismo, Pablo describió a Epafrodito como “mi hermano, colaborador y compañero de milicia” (Filipenses 2:25), quien llegó al punto de arriesgar su vida por la obra de Cristo (Filipenses 2:30). Pablo les dijo a los creyentes de la ciudad de Filipos, que debían tener en “alta estima a hombres como él” (Filipenses 2:29).

Honrar a nuestros compañeros de la fe por su desinteresado servicio a Dios, es un mandato bíblico.  No estamos hablando de alabanzas sin sentido, sino de que debemos tener una actitud de respeto por la vida bien vivida de un creyente, que muestra con sus acciones el carácter y las prioridades de Cristo.

  1. ¿A quién puedes reconocer hoy con una palabra de aliento o una expresión tangible de aprecio, su humilde valor al servicio del Señor y de sus semejantes?
  2. La fe en Cristo puede convertir a personas ordinarias en héroes extraordinarios.

HG/MD

“Recíbanlo, pues, en el Señor con todo gozo y tengan en alta estima a hombres como él” (Filipenses 2:29).