Lectura: 1 Timoteo 6:3-19

La mayoría de nosotros no somos ni pobres, ni ricos; al ver a personas que viven en condiciones de vida difíciles y que luchan por traer diariamente el pan a sus mesas, es natural que nos sintamos un tanto culpables al comparar nuestros estilos de vida con las circunstancias por las que pasan las personas en pobreza, lo mismo ocurre pero al contrario, cuando nos comparamos con personas que tienen un forma de vida exótica, llena de lujos, autos último modelo, terminamos sacando conclusiones de que nuestras vidas tienden a la monotonía.

En realidad lo que Dios ha permitido que tengamos no es tan importante como nuestra actitud hacia las posesiones.  El apóstol Pablo escribió un gran principio en el cual deberíamos meditar más a menudo: “Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento.” (1 Tim.6:6).  Independiente de nuestra condición social, deberíamos estar agradecidos por lo que Dios ha permitido que tengamos.  No debería aparecer en nuestra mente el resentimiento o la frustración hacia los que tienen más que nosotros.

Aunque como creyentes podemos disfrutar de las bendiciones del Señor, sin sentirnos culpables, esto no debe dar lugar a la arrogancia y altanería, tal como lo dice 1 Tim.6:17: “A los ricos de la edad presente manda que no sean altivos ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas sino en Dios quien nos provee todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”.

El creyente debe reconocer que Dios es la fuente de todo lo que tenemos y de buena gana deberíamos seguir el ejemplo de nuestro Señor que es bondadoso, al compartir las bendiciones que tenemos con los que menos tienen, “Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir” (1 Tim.6:18).

El ser bondadoso no depende de la condición social que uno tenga, es una cualidad que surge de un corazón agradecido con las misericordias recibidas por nuestro Señor, tal como la ofrenda de la viuda en comparación con la de los ricos de la época: “Entonces dijo: De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos estos, de su abundancia echaron a las ofrendas; pero esta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.  (Lucas 21:3-4)

  1. Da gracias a Dios por las misericordias recibidas.

 

  1. Ahora sé bondadoso y comparte con otros esas bendiciones.

HG/MD

“¡Bendito sea el Señor!  Día tras día lleva nuestras cargas el Dios de nuestra salvación” (Salmos 68:19)