Lectura: Hechos 20:17-21; 31-38

A menudo muchos jóvenes aprovechan la oportunidad de realizar pasantías por unas semanas o meses, en diferentes lugares de trabajo con el fin de experimentar cómo es el trabajo que efectúan las personas en las empresas.  Esto les ayuda mucho para tener una mejor orientación y comprensión, a la hora de elegir un oficio en el futuro.

Observar a alguien es muy enriquecedor, debido a lo vital que es el ejemplo.  La persona observada sabe que está dando el ejemplo al estudiante.

Todos, de una u otra forma, estamos en el proceso de imitar o ser imitados.  Si somos padres de familia, los hijos nos observan todo el tiempo.  En el trabajo, hay compañeros que siempre están mirando la forma en la cual atendemos nuestros quehaceres.  En nuestros vecindarios, los vecinos observarán como reaccionamos ante situaciones de convivencia.

La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Será nuestra vida digna de imitar?  ¿Nuestra manera de vivir va en la dirección correcta?  El apóstol Pablo estaba tan seguro de su manera de vivir, que podía decir que su vida era digna de imitar debido a que él imitaba a Jesús, el máximo ejemplo (1 Corintios 11:1).

  1. Si quieres ser un ejemplo digno de imitar, imita al Salvador.
  2. ¿Es tu vida digna de imitar o de criticar?

HG/MD

“Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1).