Lectura: 1 Juan 2:28-3:3

¡Les deseamos un feliz y bendecido año nuevo!  Estamos emocionados ante lo que probablemente traiga este nuevo año; no puedo evitar pensar si en este nuevo año volverá el Señor Jesús, pero, luego me pregunto si en verdad hemos hecho lo suficiente por su obra.

Todas nuestras vidas hemos tenido que “estar preparados”.  En la infancia teníamos que lavarnos las manos antes de comer.  En nuestra juventud, estudiamos y en muchos casos hicimos nuestro mejor esfuerzo por conquistar a la persona que estaría a nuestro lado, y de adultos, tuvimos que prepararnos para las importantes responsabilidades que enfrentamos día con día, entonces podemos concluir que, si hicimos todo lo anterior por nuestro bien y el de nuestros seres queridos, entonces nada puede ser más trascendental que estar preparado para nuestro encuentro con Cristo.

Y hablando de la venida del Señor, el apóstol Juan nos dice que “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él también es puro” (1 Juan 3:3).  

Esperar con ansia el regreso de Cristo nos inunda de esperanza, no es una simple expectativa de recibir cosas que deseamos terrenalmente, sino un firme anhelo que nos motiva a impedir que nuestro corazón se distraiga con cosas pecaminosas y que atrapa nuestra atención, y más bien procurar asemejarnos más a Él.

Si realmente creemos que este podría ser el año de su regreso, estaremos más dispuestos a perdonar, a pedir que nos perdonen y a testificarles a otros acerca del amor incondicional de Dios.

Mientras consideramos la posibilidad de que el Señor Jesús vuelva este año, asegurémonos de estar preparados. Esforcémonos para ser puros como lo es Él y esperemos con ansias el día cuando las lágrimas, el dolor, el sufrimiento y la muerte sean reemplazados por el gozo eterno de su presencia.

  1. Tenemos un año nuevo lleno de posibilidades para servir a Dios.
  2. ¡Ven Señor Jesús!

HG/MD

“El que da testimonio de estas cosas dice: “¡Sí, vengo pronto!”.  ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20).