Lectura: Colosenses 3:1-14

En una conocida tienda de venta de ropa, exigen que sus vendedores se vistan igual que los maniquíes de las vidrieras que exhiben las prendas. Esta práctica se conoce como “fortalecer la marca”. La idea es que hay más probabilidades de que la gente compre la ropa porque quiere parecerse a las personas que la llevan puesta.

Por supuesto vivimos en una cultura consumista, y es muy sencillo caer en la trampa de pensar que podemos “comprar” aceptación de otros si nos vestimos con la ropa que usa la gente popular. Los vendedores quieren que creamos que una buena apariencia nos hace más aceptables.

Esta idea también ha permeado en algunas iglesias y movimientos cristianos, quienes piensan que pueden ganar seguidores de Cristo si se vuelven atractivos para el mundo.  Sin embargo, la Palabra de Dios es directa con respecto a lo realmente le importa a Dios: quiere que nos parezcamos solamente a Cristo.

En conclusión, a quien debemos modelar y reflejar es a Jesús, ya que Él es nuestra “marca” porque estamos siendo conformados a su imagen (Romanos 8:29).

  1. Atraemos a otros a Jesús cuando nos vestimos con sus atributos, los cuales incluyen: compasión, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia (Colosenses 3:12), y por encima de todo, amor (v. 14).
  2. En lugar de embellecer y proteger nuestra imagen, debemos cuidar y reflejar la de Dios, quien está siendo perfeccionado en nosotros por medio de Jesús.

HG/MD

“Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).