Lectura: Salmos 1:1-6

La historia de Marie Curie (1867-1934) sigue siendo tan impactante hoy como lo fue en la etapa más sobresaliente de su carrera, cuando se convirtió en la primera mujer galardonada con el Premio Nobel de Física en 1903; posteriormente, recibió un segundo Premio Nobel, pero esta vez de Química en 1911.

Tan extraordinaria contribución a la humanidad también tuvo un precio muy alto en la salud de la señora Curie, quien murió de leucemia luego de sus amplísimas exposiciones a la radioactividad.  Aún hoy, cualquier persona que quiera tomar los diarios de esta impresionante mujer, tiene que usar ropa protectora contra la radiación.

Por supuesto, nadie se aproximaría a material radioactivo sin protección por más curioso que fuera.  Pero hoy, muchos parecen indiferentes ante otro tipo de exposición que también es mortal, nos referimos a las consecuencias del pecado.  El Salmo 1 nos advierte sobre las consecuencias de las actitudes, vocabulario y comportamiento pecaminoso. (v.1,4-6).

La obediencia, según nos indica la Palabra de Dios, es una salvaguarda espiritual contra el pecado y sus secuelas fatales.  En el mismo libro de Salmos se nos dice lo siguiente: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmos 119:11).

Por supuesto, la señora Curie no conocía los graves peligros a los que se exponía al realizar investigaciones con material radioactivo, pero a nosotros si se nos ha advertido ampliamente sobre los peligros del pecado, debemos ser obedientes y leer lo que la Palabra de Dios tiene que decirnos sobre nuestra manera de vivir.

  1. La Palabra de Dios nos dirá lo que está mal antes de que lo hayamos hecho.
  2. Apliquemos diariamente las instrucciones y principios que encontramos en la Palabra de Dios para este tiempo y vivamos una vida que agrade a Dios.

HG/MD

“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmos 119:11).