Lecturas: Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-43

Jericó fue una de las últimas paradas en su camino final a Jerusalén, en los tiempos de Jesús esta ciudad se ubicaba a unos 20 km. (12.5 millas) de Jerusalén, cerca del paso del río Jordán.  A unos 2 km (1.25 millas) adicionales  se encontraba originalmente la Jericó de los muros que cayeron y que se menciona en el Antiguo Testamento.

Es en esta ciudad que nos encontramos a dos ciegos que mendigaban (lo cual era algo común de la época, debido a la falta de oportunidades) Marcos decide darnos el nombre de uno de ellos Bartimeo (el hijo de Timeo).

Estos se percatan de la presencia del Maestro (por supuesto habían escuchado de su fama ya muy extendida) y le gritan: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”, reconociendo con ello su título mesiánico.  Es interesante notar que hay personas que intentan ahogar el intento de estos hombres de llamar la atención del Señor, lo cual es un indicador que nos hace suponer que habían personas inconversas siguiendo a Jesús y sembrando cizaña, tratando de impedir que más personas lo recibieran como Mesías o que recibieran misericordia del Señor.

Sin embargo, ambos persisten, la semilla plantada en sus corazones era fuerte y no dejaron de gritar hasta ser oídos por el Señor, vemos también en este pasaje la autoridad de nuestro Señor al llamarles a pesar de los intentos para que el encuentro no se efectúe;  Bartimeo arroja su manto, el que posiblemente le había hecho compañía y le había protegido del clima, ahora ya no es necesario, Dios mismo está ahí y cambiará su vida totalmente.  Jesús le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”, este le responde: “Rabí (maestro) quiero ver”.

No sólo le devuelve la vista, también le sana de la enfermedad que realmente le mataría: el pecado.  Como consecuencia, Bartimeo y su amigo le empiezan a seguir por el camino.

  1. Al ver la reacción de estos ciegos, podemos comprender que ellos entendieron el milagro que había ocurrido en sus vidas, no sólo habían recibido la vista sino que además habían salido de la oscuridad provocada por el pecado, Jesús es la luz verdadera (Juan 1:9).
  1. Jesús te está llamando hoy así como llamó a Bartimeo, ¿qué harás, te quedarás sentado aferrado a tu manto de conformidad y falsa seguridad o le seguirás? Jesús te dice, ven y ve.

MD/HG

Jesús: La luz verdadera. “Puedes irte -le dijo Jesús-; tu fe te ha sanado.  Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino”.  Marcos 10:52.

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.

Imágenes: www.LumoProject.com