Lectura: Marcos 7:1-13

Corría el año 1727, el país Inglaterra, el lugar una librería de Lichfield, la circunstancia, un hombre con constantes ataques de tos estaba empacando libros para ser vendidos en el mercado de Uttoxeter.  En medio de un ataque de tos, le pidió a su hijo que llevara los libros ese día al mercado.  No obstante; el joven estaba muy concentrado en un libro clásico que leía, así que oyó a su padre, más no le puso atención.

Cuando llegó la carreta que llevaría la carga de libros, su enfermo padre salió en medio de la lluvia con la pesada carga de libros rumbo al mercado, desgraciadamente las consecuencias para su salud fueron mortales.

Cincuenta años después, un hombre ya anciano iba cada día al mismo mercado de Uttoxeter, llevando una carga de libros; no importaba si hacía buen o mal clima, el hombre iba a su cita diaria de venta, cuando regresaba a su casa lloraba amargamente recordando lo que le había hecho a su padre, se trataba del famoso genio literario Samuel Johnson (1709-1784).

Honrar a nuestros padres y madres es mucho más que una obligación, es también un privilegio. Si de niños honramos a nuestros padres y madres obedeciéndolos, ya de adultos llamándolos, visitándolos, y estando al tanto de sus necesidades, cuidándolos aunque en ocasiones tengamos que sacrificar nuestro preciado tiempo, estaremos haciendo lo que es correcto.

  1. El mandato es muy sencillo “Honra a tu padre y a tu madre” Dios siempre recompensará la obediencia.
  2. Los hijos que olvidan a quienes los criaron, deshonran a Dios.

HG/MD

“Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa)” (Efesios 6:2).