Lectura: Lucas 2:8-20

Durante estas épocas navideñas es fácil dejarse llevar por la mercadotecnia de las compras impulsivas.  Puede ser que detrás de esto existan buenos deseos por mostrarle a nuestros seres queridos tan sólo un poco de cuanto nos importan; algunos indican que esta costumbre del intercambio de presentes refleja el regalo de Dios para nosotros por medio de su Hijo, y que esto es una manera de incorporar a nuestras vidas, parte del gozo que debemos experimentar debido a que hemos sido salvados sin merecerlo al recibir Su regalo.

No obstante, al comparar esta costumbre con Su regalo de salvación, quizás de cierta forma estemos minimizando Su amor para con nosotros, pues los regalos de este mundo, finalmente son tan sólo objetos temporales, que por un momento nos brindan gozo, pero pasados los días y en algunos casos hasta horas, pierden su encanto y dejan de producirnos satisfacción.}

Teniendo en cuenta este principio, en una navidad un ministro desafió a la congregación para que ese año trataran de limitar un poco sus gastos en regalos en comparación con lo que habían gastado en años anteriores; al hacer esto les estaba haciendo entender que lo importante no eran los regalos, sino las relaciones con nuestras familias, amigos, compañeros, y les permitía concentrarse un poco más en el verdadero regalo, que vale la pena que otros reciban no sólo en esta época, sino en cualquier temporada.

Cuando el arcángel se apareció a los pastores en las afueras de Belén, les dijo: “No teman, porque he aquí les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo” (Lucas 2:10).  Les traía las mejores noticias, unas que ciertamente les produciría un gozo real, y es el mismo gozo que puedes sentir hoy después de más de 2000 años de que esas palabras fueran pronunciadas: “…les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11).

  1. ¿Acaso el titilar de las luces de estas épocas nos han hecho perder la perspectiva correcta del gozo que significó el nacimiento de nuestro Señor? Quizás sea tiempo de dejar de centrarnos menos en los regalos y más en las buenas nuevas que nos traen gozo verdadero.
  2. El gozo verdadero de todas las épocas es Jesús.

HG/MD

“Pero el ángel les dijo: No teman, porque he aquí les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.” (Lucas 2:10-11).