Lectura: 2 Corintios 9:6-15

El dominó es un juego de mesa muy sencillo pero popular en muchas culturas, y es normal ver a personas jugándolo y compartiendo un buen momento con los amigos.

Quizás, lo más curioso de este juego es que para ganarlo hay que perder.  Sí, es así como lo lees, para que un jugador gane el juego tiene que deshacerse de todas sus fichas.  Tienes que dar para obtener, desprenderte de lo que tienes para ganar, ser reducido a nada con tal de subir a la cima. No se parece a otros juegos como el fútbol, béisbol, basquetbol, u otros juegos, en los que gana aquel que haga más puntos, eso determina también quién es el perdedor.

El hombre natural (sin Jesús), sigue la misma forma de pensar que estos juegos: “tienes que conseguir todo lo que puedas”; mientras que la forma de pensar de la persona en Cristo debe ser: “Dar todo lo que puedas”.  En la vida espiritual sólo conservaremos para siempre, aquello de lo cual nos desprendemos sin esperar nada a cambio, debemos menguar para que Cristo crezca, como lo expresó Juan el Bautista en Juan 3:30. 

La semilla que se guarda en el granero, tarde o temprano enmohece y deja de ser útil; pero si la depositamos en el suelo, sucede lo que nos indica el Señor en Juan 12:24: “De cierto, de cierto les digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo, pero si muere lleva mucho fruto”.

1. Nuestro ejemplo máximo es Jesús, Él dio todo de sí. 

2. La vida es como un juego de dominó, es necesario menguar para ganar.

HG/MD

“El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará” (Mateo 10:39).