Lectura: Romanos 5:12-21

Hace algunos años, mientras caminaba en el campo con mis dos hijos pequeños, una abeja pico al mayor encima del ojo. El rápidamente se la quitó y se tiró en la yerba pataleando y gritando. Apenas se había alejado la abeja de mi mayor cuando fue directamente hacia el menor y comenzó a zumbar alrededor de su cabeza. El niño trató de esconderse en la yerba alta y comenzó a gritar pidiendo ayuda. Lo cargué y le dije que no se preocupara, pues la abeja había perdido su aguijón.

Esta tipo de insectos en particular sólo puede picar una sola vez. Deja su aguijón en la víctima y se hace inofensiva. Así, llevé a mi hijo menor a donde estaba el mayor y le mostré el pequeño aguijón en la ceja de su hermano, quitándoselo para que este no siguiera inyectando veneno y le dije: “Esta pequeña abeja todavía puede zumbar y asustarte, pero no tiene el poder para hacerte daño. Tu hermano se llevó el aguijón”.

En 1 Corintios 15:56, el apóstol Pablo dijo que el aguijón de la muerte es el pecado. Pero Jesús se llevó el aguijón por nosotros cuando murió en la cruz en lugar nuestro. La muerte ya no tiene poder para hacernos daño porque Jesús se llevó su aguijón.

La muerte puede “zumbar” a nuestro alrededor y asustarnos, pero no puede hacernos daño, no estamos diciendo que no vas a morir, ese es nuestro destino final en este mundo, a menos que Cristo regrese cuando estemos con vida. Lo que no debemos de temer es al juicio de Dios. Todo lo que la muerte puede hacer es abrir las puertas de la gloria.

  1. La muerte puede alarmarnos, pero no puede dañarnos.
  2. Deposita todos tus miedos en Jesús, Él sabe cómo darnos consuelo y dará respuesta a tus inquietudes. Deposita tu fe en Él.

NPD/MDH