Lectura: Proverbios 23:1-18

Estoy casi seguro que la mayoría ha escuchado el siguiente refrán: “Las mejores cosas de la vida son gratis”. Y bajo algunas condiciones puede ser que esto tenga algo de verdad, sin embargo, también es verdad que para algunas personas lo mejor de la vida es costoso e inaccesible.

Hace poco tiempo leí una frase relacionada con el tema, que me hizo sonreír y meditar: “Las mejores cosas de la vida no son cosas”.  Y aunque suene un tanto extraño, es una manera muy simpática de expresarlo, ya que la familia, los amigos, la fe, son en verdad valiosas, y al pensar en ello podemos concluir que lo más importante en la vida se centra en las personas y en Dios.

El rey Salomón tenía todo y podía hablar sobre las cosas materiales porque “superaba a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría” (1 Reyes 10:23).  Pero, a pesar de ello, ¿cuál era su consejo para los demás?: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste. ¿Has de hacer volar tus ojos tras las riquezas, siendo estas nada? Porque ciertamente se harán alas como de águilas y volarán al cielo” (Proverbios 23:4-5). Y además él les recomendaba la siguiente manera de proceder: “Aplica tu corazón a la enseñanza y tus oídos a las palabras del conocimiento… Porque ciertamente hay un porvenir, y tu esperanza no será frustrada” (vv. 12, 18).

  1. Lo mejor en la vida son las riquezas eternas que proceden de la bondad y la gracia de Dios en Jesús; no las retenemos en nuestras manos, sino en el corazón.
  2. Señor, haznos apreciar los pequeños y simples detalles de la vida los cuales son regalos tuyos.

HG/MD

“Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento” (1 Timoteo 6:6).