Lectura: Jueces 3:1-11

¿Qué pensarías de alguien si pasara 28 horas a la semana viendo el mismo objeto? Seguro creerías que esta persona está hipnotizada por lo que ve.  ¿Qué pensarías de ese objeto, si tuviera la capacidad de ir poco a poco cambiando tu forma de pensar y de actuar?  En este caso estaría sustituyendo o al menos quitándole la preeminencia a Dios ¿No sería eso un ídolo?  ¡Y si te dijéramos que mucho de lo que se ve no es correcto, y está en contra de lo que Dios quiere para la vida de las personas!

La familia promedio actual ve más de 28 horas semanales de televisión.  Por supuesto que no podemos generalizar y decir que todo lo que se ve en televisión es malo, pero sin duda este artefacto lucha por nuestra atención en la sociedad, robándole tiempo y espacios a Dios.  Pero esta es tan solo una de las distracciones que se nos presentan, podemos citar algunas otras tales como el dinero, el trabajo, los pasatiempos, las redes sociales, personas, etc. que en la práctica han captado muchas veces nuestra devoción.

Los ídolos vienen en diferentes formas y pueden controlar nuestras vidas, cuando esto sucede debemos recordar lo que Dios piensa y cómo reacciona ante ellos, recordemos que el pueblo de Israel, muchas veces se desvió tras los baales y las imágenes de Asera (Jue.3:7), y esta fue la reacción de Dios: “Así que el furor del Señor se encendió contra Israel…”

  1. Examinemos nuestra devoción. ¿Le hemos dado nuestra lealtad a alguna cosa y no a Dios?
  1. Un ídolo es cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios, por supuesto no deberíamos servir a nada más que a Él.

HG/MD

“Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría” (1 Cor.10:14)