Lectura: Deuteronomio 31:1-8

En la  lectura asociada al Devocional, Moisés llamó a su sucesor: Josué.  Que luego fue el líder que se hizo cargo conducir a los hijos de Israel a la Tierra Prometida.  Pero  ¿se han preguntado?, ¿por qué Josué?

De hecho, muchos pueden decir que Moisés tenía otras posibilidades. Tal vez Él pensó  en sus propios hijos lo cual habría sido la elección natural, pero Dios dijo que no.  Otros sugieren que Finees, hijo de Eleazar y nieto del sacerdote Aarón,  hubiera sido otro candidato digno después de que sus acciones heroicas.  Sin embargo, Dios lo omite también. Caleb no habría sido una mala elección, también muestra cualidades de liderazgo cuando habló favorablemente para entrar en la Tierra Prometida, en contraste con el informe negativo de los diez espías. Pero Dios no lo eligió. ¿Qué había hecho Josué? ¿Por qué él?

Se ha dicho que la grandeza de Josué no estuvo reducida a un solo acto.  No se trató de ningún  despliegue de justicia en particular o un acto de liderazgo especial.  La grandeza de Josue estuvo en su capacidad de hacer lo que hizo constantemente, y día tras día.  ¿Y qué hizo? Se aferró a Moisés y nunca salió de su lado.  Él hizo de su vida el aprender de Moisés, acercarse más a Dios y ayudar a otros a hacer lo mismo, todos los días de su vida.

Josué fue fiable y consistente, una roca en la que Moisés y Dios podían confiar.  Esto es lo que hizo de Josué, el ser digno de liderar a los hijos de Israel a la tierra prometida.

¿Recuerdan la fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre? La liebre fue rápida y veloz,  y la tortuga, lenta, pero constante. Creo que todos sabemos quién ganó la carrera. No fue la liebre que realizó un buen comienzo, pero que se quedó dormida de camino.  Fue la tortuga que no podía correr demasiado rápido, pero que estaba comprometida en terminar la carrera.   La lección que todos hemos llegado a conocer es que “a veces el lento pero constante ganan a menudo las carreras»  Lo que gana al final es la consistencia, que nos impongamos.

Josué posiblemente tenía una personalidad «lenta pero constante». Nada grandiosa, nada extraordinaria, pero consistente y persistente.  Sus constantes actos, lo integraron a “La Liga de los Héroes Inverosímiles”, un héroe ante los ojos de Dios.

  1. Tomemos en serio esta lección. Los actos humildes de dedicación son lo que Dios valora más, incluso más que las manifestaciones dramáticas de valentía y heroísmo.  No importa el papel que desempeñes en la obra maestra de Dios, debes hacerlo de la mejor forma posible para el Señor.   Esto te convertirá en un integrante de “La Liga de los Héroes Inverosímiles”.
  2. Tú también puedes ser un ser héroe, también.   Nosotros no tenemos que hacer nada extraordinario, sólo tienes que estar extraordinariamente dedicado a todo lo que haces.

“Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.”  – Colosenses 3:17 (NVI)

MDO/HGE