Lectura: Mateo 6:19-23

Sin duda alguna, las respuestas que las personas dan cuando se encuentran en problemas, muestran en verdad quienes son.  Por ejemplo, un empleado de cobro de una tienda por departamentos cuenta que una y otra vez recibe siempre la misma respuesta al llamar a personas que están atrasadas con sus pagos: “Sé que deben haber muchas otras personas que deben más que yo, así que déjeme tranquilo”.

Por supuesto que hay personas que deben más que ellos, pero el asunto no es lo que deben otras personas, lo que importa en ese momento es lo que debe cada quien como individuo, se trata de su deuda no de la de los demás.

Nuestra tendencia como personas pecadoras es siempre querer desviar la atención de nuestros errores, señalando a otros como responsables de nuestras equivocaciones.  Las personas religiosas se excusan de sus propias imperfecciones, señalando que otros son peores que ellos.

Cuando cometemos la equivocación de creer que una persona es peor pecador que nosotros, y que por ello merecemos más que esa persona, nos engañamos a nosotros mismos.  Mientras más rápido nos demos cuenta que nadie debe a Dios más que nosotros, y que sin Dios nada somos (Romanos 6:23), más probabilidades tendremos de tener un crecimiento en nuestra vida que demuestre el carácter y las prioridades de Cristo

  1. El Señor ofrece su perdón, únicamente a quienes reconocen que no tienen lo suficiente para pagar la deuda de pecado ante Dios y que necesitan de un Salvador que les dé vida.
  2. Cuando justificamos nuestros pecados, nos engañamos a nosotros mismos y no dejamos que la gracia de Dios nos muestre lo mucho que necesitamos de su perdón.

HG/MD

“Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:23)