Lectura: Romanos 12:9-21

Una familiar parecía enojada conmigo.  Aparentemente yo había hecho algo que la había molestado.  Cuando le pregunté si la había ofendido, me contestó con un rotundo y seco: “¡No!”.  Entonces le dije: “No quiero que haya resentimientos entre nosotros.  Si he hecho algo que te ha ofendido, te pido disculpas”.   Desde ese día, las cosas han seguido un tanto frías y oro al Señor para que Él restablezca la relación familiar.

Alguien dijo una vez: “Mientras mejor conozco a la raza humana, más quiero a mi perro”.  Los perros son leales, se puede contar con ellos, desean agradar y olvidan y perdonan rápidamente.  ¿No te gustaría que la gente fuera así? Sin embargo, a veces independientemente de cuánto uno se esfuerce por tratar de tener una buena relación con alguien, no da resultado.

El apóstol Pablo planteó esta situación en Romanos 12:18.  Nótese la frase: “Si es posible, y en cuanto dependa de nosotros”.  Él sabía que algunos problemas con las personas pueden no solucionarse nunca.  Se necesitan dos para pelear y dos para la reconciliación.  Si haces lo que te corresponde y el problema continúa, hay un plan que puedes seguir.  No anides resentimientos, ni te vengues con el arma del silencio.  Trabaja para vencer el mal con el bien (v.21) y deja que Dios arregle el problema.

Tenemos que seguir los pasos que se dan en Romanos 12:9-21 hasta que se resuelvan los problemas que tenemos con las personas, pero especialmente si no se resuelven.

  1. La mejor manera de vencer a un enemigo es con el arma del amor.

 

  1. Recuerda, trabaja para vencer el mal con el bien (Rom.12:21) y deja que Dios arregle el problema.

NPD/DJD