Lectura: Ezequiel 36:16-28

En este mundo tan competitivo comercialmente hablando, las compañías son muy cuidadosas con su marca y reputación, pues saben que compiten por la preferencia y el dinero de los consumidores.  Malas reseñas en las redes sociales o quejas no atendidas a tiempo sobre la garantía o calidad de los servicios o productos, pueden hacer que las ganancias de las empresas bajen en forma rápida y considerable.

Un amigo que estaba de viaje, tuvo una experiencia muy mala con el servicio al cliente de una compañía de alquiler de vehículos.  Cuando llegó a recoger su vehículo, se dio cuenta que había una larga fila de clientes delante de él, que esperaban para que se les asignara una unidad; y para empeorar las cosas, el personal de servicio era descortés y malhablado.   El resultado de esto fue tener a muchas personas enojadas y frustradas, incluido él; la consecuencia fue que la mayoría de esos clientes jamás volvió a alquilar vehículos de esa compañía, y que ese día los clientes enojados se encargaron de hacer mala publicidad que a la postre cuesta mucho más, si lo comparamos con lo que cuesta brindar un servicio eficiente.

De igual forma sucedió con la mala conducta del pueblo de Dios, descreditando con ello el nombre del Señor, puesto que habían vivido de la misma forma que sus vecinos paganos, y como consecuencia fueron esparcidos entre las naciones. Entre tanto, el mundo incrédulo se reía tanto de Israel, como del nombre de su Dios.

Como creyentes, somos los representantes o embajadores de nuestro Señor en la actualidad (2 Corintios 5:20), de ahí que debemos preguntarnos ¿qué pensaría el mundo de Él por lo que ve en nosotros?  El honrar su nombre es la actividad más importante que un creyente puede hacer.  Tenemos un único propósito, el cual es reflejar ante otros quién es Dios.

  1. Debemos evitar cualquier conducta que traiga vergüenza a su nombre.

 

  1. ¿Las personas desean conocer a Cristo luego de conocerte a ti?

HG/MD

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios los exhorta por medio nuestro, les rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconcíliense con Dios!”  (2 Cor.5:20).