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Estoy seguro de que todos hemos estado allí alguna vez: esa extraña y frustrante sensación de lamento por haber dicho algo que no debimos o por la forma en que lo dijimos. En ocasiones la situación se arregla con una disculpa, pero en otras es demasiado tarde para revertir el efecto de las palabras. La forma en que usamos nuestras palabras es una de esas áreas en las que la caída ha hecho estragos.

Es importante considerar que la manera en que comunicamos nuestros pensamientos nos hace plenamente responsables de ellos. Así que, del mismo modo en que la Palabra de Dios recomienda que hagamos un uso sabio de la lengua —por implicación del principio allí contenido—, una extensión de ese mandato es ser sabios al comunicarnos en cualquier medio que dispongamos. De ese modo, vemos que existe el llamado al dominio propio aplicado a la comunicación en las redes sociales.

¿Por qué necesitamos dominio propio en nuestro manejo de las redes sociales?

La respuesta corta a esta pregunta es: porque somos pecadores. Pero, por supuesto, hay mucho más que decir al respecto. Como consecuencia de la caída (Gn. 3), todos nuestros estamentos internos fueron afectados debido al pecado que ingresó en el mundo, y, una de las marcas más evidentes de esa afectación es la constante búsqueda de gloria personal, es decir, el deseo de dirigir la mirada de otros hacia nosotros.

En las redes sociales, existen los que continuamente están inmiscuidos en debates para exhibir su inteligencia y capacidad argumentativa. También están aquellos para los cuales el muro de sus redes sociales es una carta de desahogo y casi que podrías conocer los detalles más íntimos de su vida. De igual modo, están los que intentan proyectar una imagen sobreestimada de su apariencia o de su posición. Todo esto es impulsado por el mismo motor: la búsqueda de gloria personal.

Recuerdo una vez haber cerrado mi cuenta de Facebook por una temporada. Estaba resuelto a no caer más en ese horrible pecado de búsqueda de gloria, pero antes de cerrar escribí un post: «voy a estar fuera de esta red por un tiempo para reflexionar en otras cosas». ¿Lo puedes creer? ¡Estaba pecando mientras quería huir del pecado! Quería que la gente me preguntara por qué me estaba yendo y responderles acerca de lo «maduro» que era. Me sentí como Pablo: «¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?» (Ro. 7:24)

¿Cómo ejercer dominio propio con y en las redes sociales?

Ahora sabemos que tener una falta de dominio propio en esta área puede tener consecuencias devastadoras. Además del tiempo que perderemos, si nos dejamos llevar, daremos rienda suelta a nuestro orgullo, a nuestra lengua —aunque sea virtualmente— y posiblemente al chisme y la envidia, entre otras cosas. Por eso es importante saber con claridad qué debemos hacer. Diagnosticar, en algunas ocasiones, puede resultar más fácil que encontrar una medicina y creo que en este caso aplica lo mismo. Es hasta cierto punto fácil observar donde está nuestro problema, pero el desafío es saber cómo resolverlo y, más que saber, comprometernos a hacerlo.

Quiero proponer que una comprensión correcta del evangelio es el inicio para el ejercicio del dominio propio y más específicamente, en el área de las redes sociales. Pero incluso lo anterior sigue estando muy arriba aún —a 32,000 pies de altura—, así que quiero que lo aterricemos para entender mejor y ponerlo en práctica. El dominio propio modelado por el evangelio luce así:
• Es prudente al no pensar de sí mismo más de lo que se debe pensar.
• Es amoroso con otros y piensa siempre lo bueno, da el beneficio de la duda.
• Es paciente y no se irrita.
• Es honesto, no busca decir las cosas de cualquier manera, sino que habla verdad en amor.
• Es verdadero, no hipócrita. No esconde malos motivos detrás de sus actitudes.
• Es reconciliador y busca la paz.
• Es sabio y no tiene una respuesta defensiva para todo.
• Es humilde y puede reconocer la falta.
• Es tolerante de modo que no impone sus preferencias a los demás, sino que agrada a Dios con limpia conciencia convencido en su propio corazón.
• No usa su libertad para dañar la débil conciencia de otros.
• Busca la santidad y lo que es puro y modesto.
Como hemos visto, el dominio propio no es solo acerca de reprimir voluntariamente deseos a expensas de no comprometer nuestra imagen. Es, más bien, una fuerza impulsada por el Espíritu Santo en nosotros que nos hace no buscar nuestra propia satisfacción, y que, en cambio, nos lleva a buscar el bien de Cristo, su gloria. Eso es lo que hace al dominio propio distinto a la abstinencia.

Algunos aspectos prácticos

Habiendo entendido las herramientas que Dios nos da en esta lucha, veamos ahora algunas formas de aplicar el dominio propio, modelado por el evangelio, en aspectos específicos del uso de nuestras redes sociales. Para comenzar, no debemos publicar en redes sociales cuando estamos muy emocionados, ya sea positiva o negativamente. Las emociones elevadas suelen nublar nuestra capacidad de discernir si lo que vamos a decir o mostrar trae o no gloria a Dios. Debemos ser sobrios siempre. Hacer una pausa y meditar al respecto nos dará un poco de perspectiva y nos permitirá evaluar nuestros motivos.

En ocasiones podemos usar las redes sociales para hacer críticas públicas de algo que podría haberse manejado en privado. En otras palabras, si hay algo que puedes decir a alguien en privado, hazlo. No uses tu «muro» para hablar en términos generales de lo que solo tiene un destinatario en tu mente. Eso no es honesto. Además, evaluemos la información que compartimos. Pesemos nuestro corazón. Seguramente nos tomará más tiempo, pero esto será mejor.

También, debemos procurar usar un lenguaje decoroso y que no exhiba inmoralidad o impureza. Queremos ser testimonio a todos (cp. 1 Ti. 3:7) y adornar el evangelio con nuestras palabras y nuestra conducta (cp. Tit. 2:10).

Por último, si a menudo batallamos con la procrastinación , es una buena idea no tener redes sociales instaladas en nuestros teléfonos o, al menos, asegurarnos de no tener habilitadas las notificaciones, ya que esto nos distraerá mucho, haciéndonos perder el tiempo.

Conclusión

Que el Señor nos ayude en nuestra debilidad, a confiar en Él y en la provisión que nos ha dado por medio del evangelio, para que hagamos todas las cosas buscando su gloria y no la nuestra. Busca agradarle en todo, incluso en tu uso de las redes sociales. Aférrate a las herramientas que Dios te da, más de lo que te aferras a lo que el mundo te ofrece. No desperdicies el tiempo y recursos que Dios te da y haz un uso sabio de tus redes sociales.

Autor: Jacobis Aldana. Pastor y plantador de iglesias en Santa Marta, Colombia, es Licenciado en Artes y Estudios Teológicos del Miami International Seminary (MINTS). Sirve como Director Editorial de Soldados de Jesucristo y como director de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega. Jacobis además es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano. Está casado con Keila y es padre De Santiago y Jacobo.

Fuente: https://somossoldados.org/