Lectura: Romanos 6:11-23

El instructor de una escuela de manejo de muy buena reputación de la ciudad, fue detenido en un reten policial de rutina para revisión de documentos.  Sin embargo, al pedirle su licencia de conducir, no pudo mostrarla. 

Había estado dando instrucción a miles de estudiantes por más 30 años, sobre cómo se debía conducir y por qué se debían cumplir las leyes de tránsito, pero él no tenía su propia licencia.  Muchos años atrás había intentado pasar el examen de manejo muchas veces sin lograrlo, así que pensó que no lo volvería a hacer, decidió que podía conducir sin licencia y por vergüenza mantuvo este hecho en secreto.

Nuestro enemigo Satanás también tiene un secreto en su pasado, y no quiere que las personas lo conozcan, te preguntarás ¿cuál es su secreto?  Él ya no tiene el poder de separarnos de Dios cuando ya hemos recibido Su perdón y salvación.  Pero Satanás no quiere que sepas esto, desea que sigas pensando que eres como un no creyente, controlado por el pecado y sin esperanza.

El pecado nos separaba de Dios, pero gracias a la muerte expiatoria de Jesús en la cruz, mediante la cual cargó todos nuestros pecados llevando sobre sí la sentencia de muerte que había sobre nosotros, y resucitando tres días después para reinar en el cielo, es que esta separación quedó sin efecto cuando nos arrepentimos, lo aceptamos como Señor y Salvador, y reconocemos nuestros pecados.

Cuando una persona ha depositado su fe y confianza en lo que Jesús ha hecho, comienza a tener una nueva relación con Dios y el pecado ya no tiene el poder que tenía antes, tal cómo lo indicó el apóstol Pablo: “Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes, ya que no están bajo la ley sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). Ahora vivimos para Dios, libres de la esclavitud del pecado, “y, una vez libertados del pecado, han sido hechos siervos de la justicia” (Romanos 6:18).

  1. El secreto de Satanás ha quedado al descubierto, ¿qué harás al respecto?
  2. No lo olvides, has puesto tu fe en Dios y Él es superior a ti, a Satanás y a cualquier cosa (Romanos 8:31-39).

HG/MD

“Pero ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria sobre esas personas, porque el Espíritu que vive en ustedes es más poderoso que el espíritu que vive en el mundo” (1 Juan 4:4).