Lectura: Salmos 32:1-11

Transcurrían los años durante la Segunda Guerra Mundial, el mes era noviembre, el año 1942 y el lugar China, cuando los estudiantes y maestros de una escuela para misioneros, fueron arrestados por militares japoneses que en ese entonces ocupaban algunas regiones chinas.

Mientras se dirigían a su encarcelamiento, uno de los capturados empezó a cantar una canción que era conocida por la mayoría.  Al poco tiempo se habían unido otras personas que lo acompañaban, en quizás para ese momento, la situación más complicada de sus vidas. La canción decía más o menos lo siguiente: “Dios sigue en su trono, y va a recodar a los suyos; aunque las pruebas nos opriman y las cargas nos abrumen.  El nunca nos dejará solos”.

Esta sencilla letra se convirtió en el himno que les dio fuerza durante su encarcelamiento de 3 años, hasta que terminó la guerra.

La experiencia de este grupo de personas, nos recuerda nuestra lectura devocional en el Salmo 32.  David dijo al Señor: “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia y con cánticos de liberación me rodearás” (v.7).

Y tú, cuando atraviesas por circunstancias difíciles en tu vida, ¿te gusta cantar alguna canción en particular?  Casi sin planearlo y en circunstancias inesperadas, por lo general una letra y música suelen venir a nuestra mente como un recordatorio que nuestro gran Dios Todopoderoso, continua a cargo de todo y nunca nos abandonará.

1. Si alguna situación complicada ha visitado tu vida, como “una inundación de muchas aguas” (v.6), ¡que esperas, canta!, quizás no tengas la mejor de las voces, pero si tienes un corazón agradecido y pronto ese canto traerá paz a tu vida.

2.    Si estás a tono con el cielo, tendrás un cántico en el corazón.

HG/MD

“Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia y con cánticos de liberación me rodearás” (Salmos 32:7).