Lectura: 1 Samuel 20:12-42

En la novela de intriga de G.K. Chesterton: “El hombre que era jueves” (The Man Who Was Thursday), publicada en 1908, el protagonista es un policía secreto infiltrado en un grupo anarquista, que busca crear pánico por el mundo entero.  El policía encubierto estaba dominado por el temor, hasta que descubre a un aliado dentro de ese violento grupo.

Para describir lo que sintió el policía al saber de su aliado, Chesterton escribió lo siguiente: “Durante toda esta severa prueba su mayor horror había sido el aislamiento, y no hay palabras para expresar el abismo que existe entre el aislamiento y tener un aliado”.

El autor de Eclesiastés lo describe de la siguiente manera: “Porque si caen, el uno levantará a su compañero. Pero, ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!  También si dos duermen juntos se abrigarán mutuamente. Pero, ¿cómo se abrigará uno solo?  Y si uno es atacado por alguien, si son dos, prevalecerán contra él. Y un cordel triple no se rompe tan pronto.” Eclesiastés 4:10-12

En nuestra lectura bíblica devocional, David estaba siendo perseguido por el furioso y celoso Saúl, pero David tenía algo que Saúl no sospechaba, tenía a un aliado de su parte, uno que corrió un gran peligro con tal de salvaguardar a su amigo.  Jonatán advirtió a David que su padre pretendía matarlo (1 Samuel 20:31-42); y esto no sucedió tan sólo una vez, cuando su padre perseguía a David en el desierto, Jonatán salió en busca de su amigo y lo fortaleció (1 Samuel 23:16).

  1. De cuanta bendición resulta cuando permanecemos fieles a nuestros amigos en necesidad; el resultado es un vínculo difícil de describir tan bien como las palabras: amistad verdadera.
  2. Un verdadero amigo te ayuda a continuar cuando tienes deseos de renunciar.

HG/MD

“En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para el tiempo de angustia.” (Proverbios 17:17)