Lectura: 1 Timote 6:6-19

Uno de los sucesos que mejor prueba nuestro carácter es la adversidad.  Una cosa es hablar de los problemas y los planes con los cuales pensamos afrontarla, y otra cosa muy diferente es salir al campo de la vida a enfrentar problemas que nos golpearán con toda su fuerza.

La adversidad probará si daremos la vuelta ante la primera embestida de las circunstancias desfavorables, o si nos enfrentaremos cara a cara contra los desafíos que nos golpean, como personas de fe que somos.

Algunos pensarán que lo contrario de la adversidad es la prosperidad, pero no es así.  La prosperidad es una prueba de carácter disfrazada; Thomas Carlyle (1795-1881) escribió lo siguiente con respecto a esta temática: “la adversidad es a veces dura para el hombre, pero por cada hombre que puede soportar la prosperidad, hay cien que soportan la adversidad.  Pocos y preciados son los que pueden mantener su equilibrio moral, espiritual y económico… al tiempo que mantienen el equilibrio en la elevada cuerda floja del éxito”.

Es una realidad que la mayoría de nosotros maneja de una mejor forma un descenso que un ascenso.  ¿Por qué?  Se debe a que cuando nos llega la adversidad, las opciones se reducen, y no tenemos otra opción más que hacerle frente o abandonar.  No obstante, la prosperidad, es tan llamativa, que no parece jamás una prueba; sin embargo, la mayoría de las veces no dejará en nosotros un sentimiento de insatisfacción, y más bien dejará ansias de querer siempre más, por lo tanto, tenderemos a anhelar siempre más de lo que tenemos.

  1. La Palabra de Dios nos dice: “Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento” (1 Timoteo 6:6).  Esto es mucho más difícil que conseguir la mera prosperidad.
  2. La prosperidad puede ser una mayor prueba de carácter que la pobreza.

HG/MD

“Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento” (1 Timoteo 6:6).