Lectura: 1 Samuel 3:1-10

No sé si lo has visto, pero cada vez es más común ver este tipo de situaciones; por ejemplo, estás en un lugar escuchando una charla muy interesante, o estás viendo una serie que una amistad había insistido que vieran juntos, y de repente vuelves a ver a la persona que te acompaña y no está poniendo atención, sino que está literalmente absorbida en la pantalla de su teléfono inteligente.

Hace un tiempo leí que, estamos viviendo en la era de la “hiper conexión”, somos tan dependientes del teléfono inteligente, que continuamente tenemos la sensación de que si nos desconectamos nos perderemos la “última noticia”, el “chisme del día”, o de la “más reciente tendencia”, y esto cada vez es más difícil de resistir para una gran mayoría.

Leímos en nuestra lectura devocional acerca del joven Samuel, quien oyó una voz que pronunciaba su nombre y pensó que era la voz del sacerdote Elí, quien se encontraba en el tabernáculo donde servía al Señor (1 Samuel 3:1-7). Después de repetirse el llamado, finalmente Elí se dio cuenta de que era Dios quien estaba llamando a Samuel y le dijo cómo debía responder.

Cuando el Señor lo llamó por tercera vez, Samuel le dijo: “Habla, que tu siervo escucha” (v. 10). Esta actitud de alerta ante la voz de Dios se convirtió en un patrón en su vida, ya que: “… el Señor volvió a aparecerse en Silo, pues allí se manifestaba a Samuel por medio de su palabra.” (v. 21).

  1. Y tú, ¿estás atento a escuchar la voz de Dios cuando te habla? ¿Estás más pendiente de la vibración de tu teléfono móvil que de la voz suave y apacible del Señor que te llega a través de su Palabra y de su Espíritu?
  2. Debes aprender a discernir la voz del Señor en medio del bullicio de la hiper conexión y decir: “Señor, habla, estoy escuchando”.

HG/MD

“Entonces vino el Señor, se paró y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Samuel respondió: Habla, que tu siervo escucha.” (1 Samuel 3:10).