Lectura: Deuteronomio 8:7-18

Durante las celebraciones de fin e inicio de año como las que recién pasamos, es muy normal usar ciertas palabras en nuestras conversaciones con amigos y hasta con desconocidos, por ejemplo: “Que tengas un próspero año”.  En este contexto, la palabra “próspero” tiene como uno los significados “tener éxito en lo que se emprende”, por lo tanto, la usamos para desear lo mejor a las personas en el año nuevo que inicia.

Asimismo, antes de que entraran en la tierra prometida, Moisés les contó a los israelitas sobre la riqueza y la prosperidad que encontrarían allí (Deuteronomio 8:7-9).  En ese lugar obtendrían todo lo necesario y aún más; sin embargo, también les advirtió sobre el peligro de olvidar que Dios, Aquel quien los había sacado de Egipto y protegido durante el viaje, era quien les había dado esa abundancia (v. 11). En el versículo 18, Moisés les indica lo siguiente: “… acuérdate del Señor tu Dios. Él es el que te da poder para hacer riquezas”.

Pero, no te equivoques, la palabra “riquezas” no se refiere sólo a cosas materiales, ya que debes entender que TODO lo que tienes le pertenece a Dios, y teniendo esto claro, las riquezas espirituales son mejores que todo el oro del mundo.  Nuestro Señor Jesucristo les dijo a sus discípulos: “… Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

  1. No caigas en la tentación de olvidarte de todas las bendiciones que Dios te ha otorgado para que suplas tus necesidades, sé agradecido.
  2. Una vida plena y próspera no se basa en cosas materiales, más bien está fundamentada en la relación y comunión que tengas con Jesús.

HG/MD

“Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).